Trato de escribir algo en memoria de Nacho y me doy
cuenta de que tantas veces las cosas, las personas y
los sentimientos más puros y auténticos, los más
sencillos, son los más complicados de explicar, de
contar con palabras.
Nacho fue una persona
magnífica, espléndida, distinta,
original... un compañero que lo seguirá siendo, seguro,
por largo tiempo, dentro de nuestros corazones.
Su porte, elegancia, carisma y simpatía eran de sobra
reconocidos, al igual que su inteligencia, destreza e
ingeniosidad.
Nacho ha brillado
siempre como un genial y verdadero
amigo, discreto (pero también espontáneo, impulsivo),
certero, prestoso a ayudar, honesto, humilde,
divertido, elocuente, sensato, hábil... pancho, noble,
perezoso dispuesto para el deporte, amante de la
naturaleza y los animales.
Los que le conocimos
estimamos su mentalidad
entusiasta, su intenso sentimiento antiautoritario y su
directo anhelo emancipador, hacia una existencia
sincera y libre. Es por ello que también fue gran
amante del viajar, la buena música (impetuosa o
reposada) y la fiesta como contrapunto alegre y
desenfadado a una vida de penuria que el sobrellevaba
con total entereza y admirable filosofía.
Nacho nos deja
cantidad de momentazos, experiencias
curiosas compartidas y profundas huellas en la memoria.
También nos deja una preciosa hija (vuestra nena,
Carmen), milagro dentro de todo lo absolutamente
opuesto que ha sido su pérdida. Nacho, mítico,
¡hasta luego!