Ya pasaron dos meses desde que Nacho murió, y cada día le hecho más de menos. Me paso el día buscándole, intentando sentirle de alguna manera, o simplemente me acuesto todos los días deseando soñar con él. Por ahora lo he conseguido un par de veces, pero en mis sueños aparece enfermo y moribundo. Dicen que cuando se muere el amor de tu vida, el duelo te permite reconstruirte de manera tan intensa que, con el paso del tiempo, se experimenta una profunda transformación personal. Sólo han pasado dos meses, y en mi cabeza se han juntado millones de sensaciones y emociones muy distintas: tristeza, rabia, impotencia, angustia, etc. Pasados unos días desde su muerte, sentí un dolor tan profundo que incluso me atrevo a compararlo con el dolor del parto de Nora. Era algo tan inconsolable que, a pesar de que siempre he tenido pánico a la muerte, tenía unas inmensas ganas de morirme para dejar de sentir ese dolor. Luego fueron pasando los días, las semanas...y durante este tiempo quería vivir rápida e intensamente, pues de alguna manera quería recuperar el tiempo "perdido" durante los casi 4 años que duró la enfermedad de Nacho. Ahora mismo, esas ganas de vivir son más fuertes aún, pero me siento pequeña en un mundo que, por momentos, me parece que ya no es para mi. Luego, de repente, mi gente maravillosa me sorprende con visitas y ratos de buena amistad, de cariño y calor. Y es entonces cuando me vuelvo a sentir que aún queda un sitio para mi en la vida. Gracias.
Últimamente he llorado mucho. La imagen de Nacho durante su último mes de vida bombardea mi cabeza constantemente. Y es que puedo vivir sin él, e incluso ser feliz por momentos. Ya lo hago. Pero no puedo olvidarme de lo mucho que sufrió, de sus ganas de vivir y, sobre todo, su deseo de ver crecer a Nora. Lo que más le angustiaba de su enfermedad era morirse, pues eso suponía que no iba a disfrutar más de su hija. El resto ya le daba igual. De hecho, separarse de Nora le producía tal dolor que en sus últimos días era incapaz de hablar de ella. También le preocupaba que Nora se olvidara de él con el tiempo, y que su padre solo fuese para ella un simple recuerdo que había alimentado su madre a base de repetirle una y otra vez que había tenido el mejor padre que cualquiera puede tener. Sin embargo, la realidad es, por ahora, muy diferente a cómo se la imaginaba Nacho. Nora lo ha pasado mal, sobre todo las primeras semanas. Y aún hoy sigue preguntando constantemente por papá: llaman a la puerta y sale corriendo creyendo que es él; se sienta delante de la puerta con sus caballos y dice que está esperando a papá; se le ilumina la cara cada vez que ve una foto suya mientras dice "papá ven". Me encantaría que Nacho conociese lo que su hija siente por él a pesar de que lleva ya dos meses sin verle.
Yo he conseguido vivir tranquila con su ausencia, a pesar de que cada día le busco más y más. Y Nora también lo ha conseguido. Papá tenía pupa y por ello se ha ido a un barquito, para no tenerla más. Algunos días Nora tambien dice que su padre está en un globo (creo que lo ha soñado). Durante unos minutos, todos los días, Nora y yo lanzamos un beso al mar y las dos le decimos lo mucho que le queremos. Y si a mi se me olvida me lo recuerda Nora. Es un rato muy íntimo, emotivo, de los tres, y por momentos parece que el mar nos devuelva con sus olas el mismo mensaje.
Mucho ánimo cielo...
ResponderEliminarAún es muy pronto, además es un dolor indescriptible.